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LA PRESENCIA DE POLICÍAS Y MILITARES NO HA CONSEGUIDO DISMINUIR LA VIOLENCIA ENTRE CARTELES EN MÉXICO

Hasta el momento se han contabilizado veinte asesinatos y ni un solo detenido.

La masacre del 24 de junio se produjo en San Juan Capistrano, en el municipio de Valparaíso. Unos doscientos hombres armados tomaron el pueblo, saquearon la gasolinera y empezó un tiroteo que continuó durante horas. Los vecinos se refugiaron en sus casas, aterrados. La policía no llegó hasta el día siguiente; encontraron 20 cadáveres.

Además, el ejército ha enviado refuerzos, pero los asesinatos continúan en todo el estado de forma permanente: un médico, un policía, una familia entera descuartizada, ocho asesinados en una fiesta.

Asimismo, el estado de Zacatecas tiene una importancia estratégica para los cárteles de la droga que envían a Estados Unidos. Los dos cárteles más fuertes de México, el de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación, están enzarzados en una guerra por su control.

Se conoció que los vecinos saben que están en la línea de fuego, aunque el ejército y la Guardia Nacional patrullen la zona. Cuando los tiroteos retumban en las llanuras, salpicadas de ranchos, agricultores y ganaderos a menudo no pueden salir ni siquiera a alimentar el ganado.

Sin embargo, los gobiernos mexicanos han intentado diversas formas de combatir a los cárteles a lo largo de los años, pero ha habido pocas señales de éxito.

En lo que llevamos de año han sido asesinadas en Zacatecas 746 personas, la tasa de homicidios más alta de todo México.

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